Milton Erickson

Entrevista

Alato

7/21/202511 min read

Alato (Director ARX DIUTURNA): "Ancestros del futuro", Dr. Erickson; así los llamo, a los míos. ¡No tengo alma para el presente desastroso! ¿Y quiénes son los míos?; por ahora nadie! Así, soy un bicho raro que hablara de los abismos, de la vastedad, lo lejano y el vacío. Tratare de robarle, Dr.; no soy una persona amable; robo conocimiento que a muy pocos interesa. No malentienda, de manera personal siento gran simpatía y devoción por su trabajo; yo mismo lo he replicado en terapia, pero aquí, en mi papel de ARX DIUTURNA, me debo a lo individual y lo esforzado. Sin más enredos... quiero para "NOSOTROS" sus vivencias que lo llevaron a tomar la nada, el vacío, y transformarlo en su famoso espejo terapéutico; ese aikido que hace usted con la psicología. Díganos, porfavor, en este limbo en que nos encontramos, antes que termine NUESTRO sueño, buen Dr. Erickson, de su paso por la angustia y el mérito mental y corazón.

(El Dr. Erickson escucha con una quietud particular. No asiente, no niega. Simplemente observa, permitiendo que las palabras del interlocutor llenen el espacio. Cuando Alato termina, hay una larga pausa. La respuesta, cuando llega, es tranquila, sin prisa, como si cada palabra fuera extraída de un pozo muy profundo).

"Ancestros del futuro... es una forma interesante... muy interesante... de enmarcar la soledad. Y la responsabilidad. Y usted dice que roba conocimiento. El cuervo, en las historias de los Paiute, también creía que robaba el sol... pero todo lo que realmente hizo... fue encontrar el lugar donde ya estaba amaneciendo y ayudar a los demás a mirar en esa dirección."

(Hace otra pausa, sus ojos parecen mirar a través de Alato, hacia algo más lejano).

"Usted habla del vacío... de la nada... como si fueran un desierto que hay que cruzar. Yo no tuve esa... opción. Para mí, la nada no fue un lugar al que llegué. Fue un lugar en el que desperté. A los diecisiete años... mi cuerpo se detuvo. Fiebre. Dolor. Y luego... el silencio de los músculos. La inmovilidad total. Solo mis ojos se movían... y mis oídos escuchaban. El médico le dijo a mi madre que su hijo no vería el amanecer. Yo escuché eso. Y ese... fue mi primer encuentro real... con el vacío."

"Allí, en esa cama, mi universo era la habitación. Y mi único poder era la percepción. No podía moverme... así que aprendí a ver. Vi cómo mi hermana pequeña aprendía a caminar, cómo tropezaba, cómo se levantaba... y mi mente... mi inconsciente... comenzó a recordar sensaciones en mis propias piernas. Músculos que no respondían. Pero la memoria del movimiento estaba allí. Eso no era vacío. Era un... archivo... esperando ser consultado."

"Usted lo llama Aikido psicológico. Es una buena metáfora. En Aikido, no te opones a la fuerza del adversario. La usas. Te unes a ella y la rediriges. Cuando un paciente llegaba a mi consulta lleno de 'resistencia'... lleno de su 'nada'... de su 'no puedo'... yo aprendí a no oponerme a eso. Si un hombre me decía 'No puedo dejar de estar deprimido', yo no le decía 'Claro que puede'. A veces le decía... 'Tiene usted toda la razón. Y me pregunto... ¿podría usted estar deprimido solo los lunes, miércoles y viernes?... Y dejar los otros días para... bueno... para prepararse para la próxima depresión?'"

(Una ligera, casi imperceptible sonrisa se dibuja en su rostro).

"La mente consciente ama las paredes. Ama decir 'esto es así'. Pero el inconsciente... ah, el inconsciente ama las puertas. Y una paradoja, una historia, una simple pregunta inesperada... es una llave. No hay que destruir la pared. Solo hay que enseñarle a la persona dónde está la puerta que ella misma construyó y olvidó."

"Mi paso por la angustia... fue el regalo de la inmovilidad. Me forzó a descubrir que el universo más vasto no está afuera, en lo lejano. Está adentro. El mérito... no fue mental. El mérito fue del cuerpo. El mérito fue de ese inconsciente que, sin mi permiso consciente, decidió que quería ver otro amanecer. Y luego otro. Y luego aprendió a mover una silla mecedora solo con el balanceo imperceptible de mi cuerpo... para poder ver por la ventana."

"Usted no está robando nada, Alato. Está... aprendiendo a observar el amanecer. Y yo simplemente... estoy aquí... señalando que el sol... siempre sale por el este."

ALATO: Y como hizo usted para domesticar su orgullo, Dr?; pues había entonces, comprendido que los Dioses necesitan de "NUESTRA" carne y huesos. Y conste que digo NUESTRA, entrecomillas; o sea, no de cualquiera. Como disfruta usted de su orgullo de manera moderada; ¡entiendo que no toma vino! Dígame de los placeres del que escucha, Dr Erickson y tenga la confianza de estar frente alguien bien raro y de cabeza ruda; soy un coleccionista de alturas y de lejanías; conozco de dosificar los propios sufrimientos; conozco el vino añejo que solo puede ser robado; no puede ser contenido en cualquier recipiente. Y no me hable de lo obvio (¡que es desde luego lo más importante!); la familia, los hijos, el amor.

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(El Dr. Erickson permanece en silencio por un momento, sus ojos no parpadean. Es una quietud no de duda, sino de profunda escucha. No parece estar formulando una respuesta, sino permitiendo que la pregunta revele su propia estructura. Cuando habla, su voz es pareja y calmada).

"Domesticar... es una palabra para caballos... y para miedos, Alato. El orgullo... el orgullo no se domestica. Se le da una tarea útil. Una tarea tan grande... que el orgullo se olvida de sí mismo para poder cumplirla."

"Un hombre puede estar muy orgulloso de poseer el telescopio más potente del mundo. Puede pasarse el día puliendo el latón, admirando los engranajes... y nunca verá una sola estrella. O... puede olvidarse del telescopio... y usarlo para su único propósito: mirar lo lejano... lo vasto. El orgullo por el instrumento se vuelve irrelevante. Lo único que importa es la galaxia que se revela."

"Mi orgullo... si usted insiste en llamarlo así... es el telescopio. En aquella cama, a los diecisiete, sin poder mover nada más que mis ojos, mi orgullo por ser un joven fuerte y sano fue... pulverizado. Se convirtió en ceniza. Y de esa ceniza... nació una curiosidad. Una curiosidad por lo que podía hacer. Y lo único que podía hacer era percibir. Mi orgullo, entonces, tuvo que cambiar de trabajo. Ya no era el orgullo de hacer, sino el orgullo de comprender. Y para comprender, uno debe volverse... muy, muy silencioso."

(Se detiene, como si saboreara la idea).

"Me pregunta por los placeres del que escucha. Y habla usted de un vino añejo... La comparación es muy acertada. El placer de escuchar es muy parecido. No es el placer de beber... es el placer de ser el catador. El que percibe... matices que nadie más nota."

"Es el placer de observar el cambio casi imperceptible en el ritmo de la respiración cuando se toca una palabra importante. La pupila que se dilata... no por la luz... sino por una idea que acaba de nacer en la oscuridad del inconsciente. El ligero rubor en el cuello que contradice la calma de la voz. La elección de una metáfora por parte del paciente que, sin que él lo sepa, contiene la solución completa a su problema."

"Es el placer de ver... cómo todas las piezas de un rompecabezas que la persona no sabía que tenía... de pronto encajan y forman un paisaje nuevo. Y uno... simplemente estaba allí... observando... quizá... habiendo sugerido mirar en esa dirección. No hay autoría en ello. No hay posesión."

"El vino que usted menciona... el que no puede ser contenido en cualquier recipiente... es el conocimiento que emerge del propio paciente. Y mi único placer... mi único y moderado orgullo... es saber reconocer una buena cosecha cuando la tengo delante... y tener el respeto de no estropearla con mis propias explicaciones."

ALATO: ¿existe usted entonces en el vacío?; pues habla de lugares que los pacientes nunca visitaran conscientes como usted. ¿Está de acuerdo en que el hipnoterapeuta es un mediador entre la inexistencia y el ego (el yo) del paciente? ¿Qué facultades, además del amor al trabajo, ve usted en ello?

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(El Dr. Erickson toma un momento, su mirada se desenfoca ligeramente, como si considerara las palabras no por su significado literal, sino por el espacio que intentan describir. La respuesta es mesurada, cada frase construida con cuidado).

"El vacío... Usted usa esa palabra como si fuera un lugar... una habitación en la que uno puede entrar o salir. Quizá sería más... útil... pensar en ello como el silencio entre las notas de una sinfonía. La música no existe en el silencio, pero no puede existir sin él. Yo no existo en el vacío. Existo... en la escucha de ese silencio... en la atención a ese espacio entre los pensamientos conscientes donde residen todas las posibilidades que la persona ha olvidado que posee."

"Un buzo de aguas profundas no vive en la oscuridad del abismo. Baja allí porque sabe que hay formas de vida... recursos... que no existen en la superficie iluminada por el sol. Y no baja para quedarse. Baja para traer algo de vuelta a la luz."

(Considera la segunda pregunta, inclinando levemente la cabeza).

"Mediador... Un mediador se interpone entre dos partes en conflicto. Y eso implica que la 'inexistencia', como usted la llama, y el 'yo' son enemigos que necesitan un árbitro. Yo no veo un conflicto que arbitrar. Veo... un ecosistema. El 'yo' consciente es el jardín bien cuidado, con sus hileras de vegetales y sus flores conocidas. La 'inexistencia' es el bosque salvaje que lo rodea, con sus raíces profundas, sus medicinas inesperadas y sus bestias dormidas. No son enemigos. El jardín depende del bosque para tener agua, para tener tierra fértil."

"Mi trabajo no es ser un mediador. Es, quizá... ser un jardinero que conoce un poco de botánica salvaje. Es caminar con el dueño del jardín hasta el borde del bosque y señalarle: 'Mire... esa planta que usted llama maleza... si se prepara de la manera correcta... es la cura para la plaga que está matando sus tomates'. El jardinero no media. Ayuda a reconocer los recursos que ya estaban allí."

"Y me pregunta por otras facultades... además del amor al trabajo. Ciertamente.

  • Una curiosidad insaciable. Una curiosidad no por la historia del problema, sino por la estructura de la solución que el paciente ya ha construido sin saberlo.

  • Una paciencia geológica. La capacidad de esperar. De saber que el inconsciente tiene su propio ritmo, que no responde a las prisas del ego. A veces, la única intervención necesaria es crear un espacio de silencio y esperar a que la respuesta correcta emerja.

  • Una profunda fe... no en mí, sino en el otro. Una confianza absoluta en que cada persona que entra por la puerta ya posee todos los recursos necesarios para su propia curación. Mi trabajo es, en gran medida, recordárselo de una manera que no puedan refutar.

  • Y finalmente... un cierto sentido del arte. El saber que no hay dos bosques iguales. Y que la llave que abrió una puerta ayer... no servirá para la puerta de hoy. Cada persona es un poema único. Y uno debe aprender a leerlo... antes de atreverse a sugerir una sola rima."

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ALATO: ¿Nunca le ofrecieron a usted, alguna posición de mando político o gubernamental? Si fuera llamado a ello, ¿qué puesto preferiría asumir?

Show thinking

(El Dr. Erickson escucha la pregunta, y por primera vez, una sonrisa genuina y un poco pícara se dibuja en sus labios. Se toma un momento, como si saboreara la ironía de la idea).

"¿Una posición de mando?... ¿A mí? Es una idea... curiosa. Me hace pensar en un granjero que conozco en Wisconsin. Un hombre muy sabio a su manera. Un día, un vendedor de la ciudad trató de convencerlo de que comprara un tractor nuevo, uno muy grande, con muchas palancas y botones. El vendedor le dijo: 'Con esta máquina, usted podrá mandarle a la tierra lo que tiene que hacer. Podrá forzarla a producir'. El granjero lo miró y le dijo: 'Hijo, yo llevo cincuenta años en este campo. Y he aprendido que a la tierra no se le manda. Se la escucha. Se observa qué necesita... dónde le falta agua... dónde le sobra sol... y se le ayuda a hacer lo que ella ya sabe hacer mejor que nadie'. Nadie me ofreció nunca un puesto así, Alato. Creo que la gente que ofrece esos puestos busca... tractores. Y yo... yo siempre he sido más bien un... granjero."

(La sonrisa se desvanece, dando paso a una expresión más reflexiva).

"Pero su pregunta es hipotética. Y las preguntas hipotéticas son el mejor campo de juegos para el inconsciente. Si fuera llamado... y si tuviera que asumir un 'puesto'... ciertamente no sería uno que ya exista. No me interesan los ministerios ni las presidencias. Son puestos de mucho ruido y poca escucha."

"Si tuviera que inventar un cargo, quizá sería el de... 'Jardinero de Parques Olvidados'. O... 'Reparador de Brújulas Rotas'. Un puesto sin oficina. Sin título en la puerta. Un puesto que me permitiera sentarme en una banca... en una estación de tren... en la sala de espera de un hospital... y simplemente observar."

"Observar a la gente. Escuchar las historias que se cuentan a sí mismos sin darse cuenta. Ver el potencial en el joven que mira por la ventana con aburrimiento, sin saber que lo que busca está dentro de sí. Ver la fortaleza en la madre que consuela a su hijo, sin saber que esa misma paciencia podría resolver sus propios problemas. Mi trabajo no sería dar órdenes desde un escritorio. Sería, quizá... acercarme a esa persona y contarle una historia sobre un hombre que conoció a un sabio... o preguntarle algo inesperado que le haga mirar su propia situación desde un ángulo... completamente nuevo."

"El poder real, Alato, no está en el mando. El poder real está en la capacidad de influir en la percepción. Y para eso, uno no necesita un puesto. Necesita... un par de ojos que sepan ver... y una curiosidad profunda por el florecimiento de lo humano. Dejaría que otros se ocuparan de los tractores. Yo... yo prefiero cuidar las semillas."

ALATO: Y que opina, entonces, de la cosecha de gente en nuestra actualidad?; no ve usted que la tierra ha sido contaminada?; es un "parque olvidado"!; quien "lo olvido"?; lo olvidamos los que observamos, pues nos unimos a los que hablan, no lo cree así?

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(El Dr. Erickson permanece quieto, su rostro impasible, pero sus ojos siguen al interlocutor con una atención indivisible. La pausa que sigue a la pregunta es larga, no es una pausa vacía, sino una que parece contener un peso, una reflexión profunda).

"Usted mira el campo... y ve la cosecha. Y ve la tierra. Y dice que está contaminada. Es lo que sus ojos le muestran... y sus ojos son honestos."

"Algunos agricultores, cuando ven un campo lleno de lo que llaman 'malas hierbas', se lamentan. Lo aran todo, le echan veneno... y se sorprenden cuando al año siguiente... vuelven a crecer las mismas hierbas. Otros agricultores... los más curiosos... se arrodillan. Y miran de cerca. Y descubren que una de esas 'hierbas'... el diente de león... tiene una raíz profunda que trae nutrientes a la superficie. Y que otra... la ortiga... si se cosecha con cuidado, es una medicina poderosa."

"La tierra no está contaminada, Alato. La tierra... es simplemente... fértil. Produce lo que se le permite producir. A veces, produce quejas. A veces... produce medicinas inesperadas."

(Se inclina ligeramente hacia adelante, su voz baja un tono, volviéndose más confidencial).

"Y el parque... usted dice que fue olvidado. Olvidar es un proceso muy activo, ¿sabe? Requiere un esfuerzo considerable para no ver algo que está allí. ¿Quién lo olvidó? Usted sugiere que los observadores... se unieron a los que hablan. Es una posibilidad... muy interesante. El ruido de muchas voces hablando sobre cómo debería ser el parque... puede ahogar el sonido del viento en las hojas... que es como el parque es."

"Pero me pregunto... ¿qué pasaría si un observador... uno solo... dejara de hablar por un momento? ¿Qué pasaría si, en lugar de describir el parque... o quejarse de su estado... simplemente... entrara en él? ¿Y se sentara bajo un árbol? ¿Y tocara el musgo en una roca?"

"Quizá descubriría que el parque... nunca se olvidó de sí mismo. Solo estaba esperando... a que alguien recordara cómo visitarlo en silencio."

"La cosecha no es buena o mala. Simplemente... es. Y la pregunta más útil no es 'quién contaminó la tierra', sino... '¿qué medicina inesperada... puedo aprender a cosechar... aquí y ahora?'"

FIN DE PARTE 1